El tema del sobrepeso en la actualidad

Platicaba un día con mi amigo acerca de cualquier cosa, cuando de repente saltó a la conversación la palabra gordo, y no es que sea una mala palabra, ni altisonante por demás, pero mi amigo se alebrestó ante la sola mención y protestó sintiéndose peyorativamente aludido. Mi amigo, quien por cierto tiene 31 años y es ganador de varios certámenes de culturismo, hasta hace algunos años estaba gordo, muy gordo. Que loco, ¿no?

Punto número uno: ¿Es válido decir que alguien es gordo o es mejor decir que está gordo? Vamos, “estar” gordo implica que se tiene sobrepeso, que la cintura mide cierta cantidad de jocosos centímetros extra y que probablemente los hábitos alimenticios le queden un poquito desordenados. Pero con estas características no decimos de quién se trata ni hablamos de su identidad, solo decimos que, sea quien sea, está gordo. Otro cantar es decir que alguien “es” gordo, la onda se vuelve más personal. Decir que se es algo, es definir con totalidad a la persona, y a pocas personas les gustaría ser definidas mediante un calificativo tan poco halagüeño como “gordo”, o “flaco” o “pecoso”, porque a todas luces somos más que eso. No son características relevantes que te digan como es uno en esencia, y cuando son usadas de esta manera, da la impresión de que no hay nada más trascendental respecto a alguien que el hecho de que está gordo.

Así que no es lo mismo estar gordo que ser gordo. Ontología para principiantes.


Punto número dos: ¿Te has puesto a pensar lo que para nosotros significa estar gordo? Imagínate un hombre gordo, de lonjas por demás generosas y una mujer igualmente rellenita, ambos desnudos y al filo del la excitación, teniendo sexo desenfrenadamente en el catre a la luz de las velas. ¿Qué pasó?, si eres como la mayoría de las personas, la idea de imaginar una situación así, probablemente te habrá un poco chocado; porque en nuestra cultura, a las personas con obesidad no se las visualiza teniendo sexo, como si el tener más curvas que la gente delgada le volviera a uno asexual. No hay cosa más castrante. Otra idea irracional ligada al sobrepeso en hombres y mujeres, es que los gorditos son simpáticos, de cajón, alegres, buenos amigos o gente en la que puedes confiar; no te los imaginas de pareja, y tan es así, que cuando en la tele o el cine vemos ese tan choteado squetch del rechazo amoroso estilo “no eres tu, soy yo…”, habitualmente se lo están diciendo, efectivamente, a un hombre con sobrepeso.

Un buen amigo me platicaba que cuando dejó de estar gordo, la gente a su alrededor le reclamaba el haber adelgazado; parecían no querer verle en otro estado que no fuese con sobrepeso, ni aceptar su libertad para dejar de ser un gordito. Se habían habituado tanto a verlo como le veían, que para muchos se volvió un conflicto el que dejara de ser la figura simpática, asexual y fraternal, nunca erotizante, que hasta entonces había sido. Presión social para mantenerte gordo… ¿Qué tal?

Hace algunos siglos, desde la Europa del medioevo hasta la China Imperial, la imagen de los hombres gordos evocaba suntuosidad, riquezas, lujos y derroche; la de las mujeres gordas, por su parte, aún hasta el Renacimiento implicaba excesos, lascivia, fertilidad y sensualidad voluptuosa. Y de repente llegó la modernidad que fue exaltando el culto a los cuerpos esbeltos, volviendo el ser delgado algo más que deseable e impulsando la constante creación de necesidades hacia ese sentido. Los gorditos dejaron de ostentar prestigio por el simple hecho de estar gordos, ahora era el turno de la gente delgada. Pero un buen día, en una de esas en que nadie presta la menor atención a lo que sucede, pasamos de buscar “ser” delgados a evitar “ser” gordos.

Suena esto a eso del vaso medio vacío, ¿verdad?

Desear estar delgado es ver de manera positiva la delgadez, sin más implicación. No hace, por sí mismo, que veamos mal a quienes no están delgados y promueve ciertas conductas que son racionales a favor de ese objetivo. La otra: evitar “ser” gordo o convertirse en “un gordo”, por el contra, es rechazar la idea de subir de peso y llevar a cabo cosas desesperadas, bastante irracionales, que nos aparten de ello; generan un miedo innecesario a la obesidad que arroja a la gente a las garras de tantas y tantas “dietas milagro” que sólo adelgazan la cartera y potencian el malestar en nuestro maltrecho organismo. Y a la par de esto, al rechazar la gordura se crea un estigma contra los gordos.

Vivimos el nacimiento de una moda contra la gente que está gorda. Ahora asociamos la obesidad con rasgos negativos como la flojera, la apatía, y otras adjetivaciones que nunca podríamos generalizar a todas y cada una de las personas con sobrepeso. Pero se les ha estereotipado dentro de una reduccionista confusión mediática, un malentendido llegado de escuchar a los organismos de salud que hablan en contra de la obesidad, esa enfermedad que viene con el sobrepeso extremo, pero jamás contra la gente, las personas que tienen sobrepeso y que, además, no necesariamente están enfermas de nada.

Lamentablemente México es un país en el que se nos da mucho la discriminación. Mucho. Y desde las calles hasta dentro de las instituciones los hombres o las mujeres con sobrepeso son víctimas de algún estigma, discriminación y la burla directa, en un mundo globalizado en el que la obesidad se va convirtiendo en un grave problema de salud pública. La obesidad llegará a convertirse en una pandemia.

Para el año 2013, México será un país de gordos. Es decir, los que hoy en día discriminan a la gente obesa, en un par de años serán a su vez discriminados. ¿Justicia poética? nop, se trata mas bien de una ausencia de sensibilidad general. No somos sensibles a nosotros mismos en la medida suficiente que nos lleve a cuidarnos y preservar tantito nuestra salud, y no somos sensibles a las otras personas para percibirlas con empatía y más allá de nuestros miedos. Porque en México, en China y en todo el mundo, cuando discriminamos, lo hacemos nada más por el miedo que nos despierta el otro. Piénsalo, es más fácil y tranquilizador creer que la obesidad le da sólo a la gente especial que tiene un montón de atributos indeseables, gente que no es como uno, evitando así pensar en la realidad que implica el que los propios hábitos alimenticios y de actividad física son tan malos como los de cualquiera y por ello también uno está en riesgo de caer en el sobrepeso. Ya no es tan sencilla la cosa cuando la vemos tan de cerquita, ¿no?

Pero mientras no hacemos consciencia, fomentamos una cultura que hace sentir mal a las personas que están gordas; con bromas, comentarios o, incluso sobreprotegiéndolos e ignorando sus necesidades reales, no conseguimos otra cosa que diluir su autoestima, generar en ellos enfermedades reales que no tenían y conflictos que nada más les complican la vida. ¿Te acuerdas de mi amigo el fisiculturista que dejó de comer para enajenarse en el gym? Y una cosa más, discriminando a la gente con sobrepeso le enseñamos a los demás como tratar a la gente que está gorda, y una vez que ellos lo aprenden, también les tratarán así de mal; y a nosotros, si en dado momento también llegamos a excedernos de peso.

Uno nunca sabe…

De cualquier manera, estar gordo no implica no estar sano. Como en todo, en la obesidad también hay niveles y matices, por eso es bueno estar al tanto del punto en que nuestro sobrepeso efectivamente implica un riesgo de adquirir diabetes, arterosclerosis e hipertensión arterial, y hasta donde no afecta el  buen funcionamiento de nuestro organismo.

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