Identidad gay: ¿realidad o simple mito?

Es muy probable que hayas alguna vez escuchado un chiste, de entre los tantos que se cuentan con desenfado en las fiestas familiares y reuniones de trabajo, que habla de cómo un hijo llega tímidamente con su padre y le dice: “Papa, soy gay”, a lo que el padre responde con una serie de cuestionamientos acerca de si el chamaco en cuestión tiene un departamento en la Condesa, un auto BMW o estudios hechos en alguna universidad de muy elevado prestigio. Ante las sucesivas negativas del hijo, quien estudió en una universidad pública, viaja en metro a dondequiera que va y vive con sus padres en un departamento de interés social, el padre concluye tajantemente que su confundido retoño definitivamente no es gay, sino un homosexual ordinario.

Hasta hace algunos años, ser gay era socialmente visto como una sofisticación de lo homosexual, una moda frívola que trataba de abordar con eufemismos todo lo relacionado con una sexualidad disidente; percepción que aparecía en los chistes, en los medios de comunicación y donde fuera que el tema saliera a flote. Quién se decía gay, entonces, adquiría la obligación de ser tan sofisticado y socialmente exitoso como la misma palabra lo era; y, como en el chiste líneas arriba, si no eras suficientemente “gay”, según el estereotipo, no tenías posibilidad de dejar de ser un simple homosexual.

Hoy, ser gay aún involucra la posibilidad de ser todo lo anterior, pero no exclusivamente. De hecho, sucede que actualmente puedes ser homosexual, pero jamás considerarte gay; ¿qué es ser gay, entonces?


Los Trimonios, parejas de tres

Coloquialmente, reconocemos en el entorno gay a las “parejas abiertas” como aquellas que han elegido abrir su relación de pareja para integrar a terceros, ya por una sola noche y un solo encuentro sexual, ya para que el tercero se instale como un miembro permanente de la relación, la que evidentemente deja de ser una pareja para convertirse en trío o “trimonio”, como algunos prefieren denominarla. Es un acuerdo mutuo entre ambos integrantes de la relación y consecuentemente producto de nuevas reglas del juego.

La situación concreta es: un día uno de ellos le propone al otro el salir a conocer gente, salen y ligan a ese tercero, o salen y alguno de ambos va de ligue y trae al tercero para presentarlo a su pareja. Los motivos para hacer algo como esto son varios, cada pareja es muy distinta de las demás, distinta incluso de las que en el pasado pudieron sostener los mismos integrantes de la relación; frecuentemente se vuelven víctimas de una fatiga crónica, una suerte de hastío que sucede tras meses o años de vivir juntos sin la oportunidad de abrirse a otros vínculos sociales, en otras ocasiones la pareja se ha desconectado emocionalmente y extraviado su correspondiente encanto sexual.


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