Niñ@s: educación para la violencia


¿Cuándo fue la última vez que te escandalizaste al saber que un niño era agredido por alguien mayor que él?, ¿te indignaste? Quizá pienses que es raro que un niño o una niña sufra violencia, probablemente asumas que es obligación de los adultos cuidarlos y responsabilizarnos de su desarrollo; lamentablemente en la práctica, aquí en México, esos ideales distan mucho de reflejar la realidad que viven los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. Según el informe de 2006 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre violencia infantil, en México sufren violencia familiar 3 000 000 de niños, ocasionando la muerte de al menos 80 000 cada año debido a la inexistencia de una política de Estado que los proteja. Según organizaciones de la sociedad civil mexicana, estas cifras se incrementan a 8.5 millones los niños y niñas sujetos a la violencia.

Además, entre 80 y 98 por ciento de los niños y niñas en el país son víctimas de castigos corporales, pues como una “forma de educación”, los padres propinan golpes en sus manos con correas, alambres, cables y objetos diversos como piedras o zapatos, llegando incluso a quemaduras severas, ante lo que los niños no están protegidos porque estas prácticas están disfrazadas de disciplina y se las acepta tanto por tradición como por costumbre, por lo que existe un alto nivel de tolerancia para la violencia que se ejerce contra la población infantil.


¿Cómo funciona la psicoterapia?

La principal ventaja de una psicoterapia estriba en su cualidad de abrir posibilidades en torno al problema por el que una persona puede solicitar la consulta. Usualmente cuando tenemos alguna dificultad, tendemos a hacer una sola y única definición de la situación en la que vivimos, una definición que al solo repasarla mentalmente nos sofoca y hace sentir atrapados. Los problemas mas grandes en nuestra vida  funcionan de esa manera, y además son aquellos que vemos como laberintos irresolubles; a veces por ellos nos resignamos a vivir con nuestra felicidad a medias, y a veces nos rebelamos contra lo que nos causa el malestar y hacemos cosas, como tomar terapia.

Es cierto que nadie necesita la psicoterapia como una fórmula única para solucionar sus conflictos; probablemente cualquier persona, si se toma el tiempo y dedica a su mundo interior la suficiente reflexión, tarde o temprano resolverá su propio laberinto. El apoyo que brinda consultar a un terapeuta reditúa, tanto en reducir el tiempo en que tardaríamos en resolver nuestro problema, como en incrementar la precisión de nuestros esfuerzos para alcanzar justa y exactamente el objetivo que nos habíamos propuesto.