Lo que no se dice en la pareja

Imagina que tengo una caja de zapatos pintada de negro y que la he agitado enfrente de ti, haciendo sonar el montón de cosas que lleva adentro. Imagina que sabes que me la pase toda la semana juntando cosas para meterlas ahí con dedicación, y te he contado que algunas de ellas son muy interesantes, y que algunas incluso te van a sorprender.  Entonces la pongo sobre la mesa, a tu alcance y me dispongo a enseñarte su contenido. Desamarro el listón con que la cerré, le quito la cinta adhesiva y en el camino me acuerdo y te comento que algunas de esas cosas te serían muy útiles. Pero de repente cambio súbitamente de opinión y la vuelvo amarrar, la quito de la mesa y me la llevo de ahí. ¿Con qué emociones vas a quedarte tú después de este evento?

Ahora imagina que este ejercicio de expectativas e incertidumbres se hace cotidiano. Verás a tu pareja transformarse lentamente y terminar haciendo lo que jamás antes hubiera hecho: jaquear tu cuenta de correo, colocar un spyware en tu computadora o contratar un detective privado, como a la antigüita.  Suena muy extremo, pero aunque no lo creas esta dinámica es habitual en ciertas y enloquecedoras relaciones de pareja. En términos generales, la fórmula es: guárdate información que tu pareja necesita porque él o ella asume que es algo importante y en cada momento en que puedas, suéltale datos aislados acerca de eso que ya se sabe que callas, pero nunca la información completa. Así, él o ella no podrá tomar decisiones respecto a la relación o a su propia vida hasta que sienta que están todas las cartas sobre la mesa, y con eso le mantendrás en un estado de congelamiento desesperante tanto como tú lo desees.


La responsabilidad de ser LGBTTI

¿Te has preguntado alguna vez cómo le hacen las sociedades para evolucionar?, desde un análisis muy ligero de una comunidad, puedes distinguir dos vertientes ideológicas muy claras: las que tienden a la derecha y las que tienden a la izquierda. La ideología de extrema derecha busca el mantenimiento del status quo, que lo que se ha ganado se mantenga y lo que ha funcionado para establecer la estructura social nunca cambie. La ideología de extrema izquierda guarda una postura crítica desde la que todo tiempo futuro puede siempre ser mejor; buscan innovaciones, cambios, arriesgarse para el crecimiento de la colectividad.

En la práctica, las agrupaciones sociales de derecha parecieran tener más poder y mayores recursos que las que tienden ideológicamente hacia la izquierda, y si esto fuese un patrón sostenido, entonces se mantiene la pregunta de ¿cómo es que pueden evolucionar las sociedades si la fuerza más potente de la comunidad tiende hacia el status quo? La respuesta no está en las estructuras de poder más elevadas, sino en pequeños grupos sociales que buscan el reconocimiento de sus necesidades e identidad; ellos y ellas son las minorías.


La culpa

Pensando en inteligencia emocional, podríamos decir que todas las emociones que somos capaces de sentir nos conducen a cierto tipo especifico de movimiento; por ejemplo, la tristeza te mueve hacia el aislamiento, te lleva a introvertirte y ver qué ocurre dentro de ti. La felicidad tiene lo suyo, que te lleva a buscar a las personas y compartir con ellas; el miedo te hace correr en el sentido contrario, la nostalgia a revisar tu historia de vida y a veces a reinterpretarla. Pero, ¿qué hay con la culpa?

Del extenso abanico de emociones que los seres humanos somos capaces de sentir, la culpa es la que tiene peor imagen pública, y no sin razón. Ella te conduce a una baja opinión de ti misma o de ti mismo y en la mayoría de los casos, a convertirte a ti en tu propio juez, jurado y verdugo implacable. Las personas habituadas a  sentir culpa, frecuentemente viven intranquilas y con pensamientos de reproche que les restan energía para encarar a los demás o iniciar proyectos. La frase más vinculada a la culpa es “no me lo merezco”, no importa qué. Es como tener un lastre amarrado al cuello y que por más que intentas subir, no te lo permite.